¿Cómo podrían los microbios que viven dentro de nosotros interpretar nuestra existencia? ¿Podrían considerar a los humanos como seres que operan en una cuarta dimensión?

Una mirada más profunda a nuestro mundo celular

Nuestros cuerpos son ecosistemas dinámicos, repletos de una vasta comunidad de microorganismos conocida como microbioma. Estos microbios que viven en nuestro interior desempeñan un papel crucial en nuestra salud y bienestar. Si bien estimaciones anteriores sugerían que estos microbios superaban en número a nuestras propias células por un margen significativo, investigaciones más recientes indican una proporción cercana a uno a uno. Esto significa que albergamos aproximadamente 39 billones de células microbianas, una cantidad casi igual a la de nuestros aproximadamente 30 billones de células humanas. Si consideramos los 8 mil millones de personas que habitan la Tierra, la magnitud de esta vida microscópica es asombrosa. La importancia de los microbios que viven en nuestro interior es innegable, ya que afectan diversas funciones corporales.

Un universo interior: la perspectiva celular

Desde la perspectiva de una sola célula de nuestro cuerpo, el huésped humano es un universo. Tenemos una influencia significativa en su existencia. Cuando comemos, aportamos nutrientes a nuestras poblaciones celulares y microbianas, lo que resalta una vez más la importancia de los microbios que viven en nuestro interior. Cuando descansamos, muchas de nuestras células experimentan períodos de reparación y reducen su actividad. Por el contrario, nuestras acciones pueden tener consecuencias devastadoras para ellas. Si bien cortarnos el pelo no elimina mil millones de células vivas, como a veces se afirma (el pelo se compone principalmente de células muertas y queratinizadas), nuestro cuerpo se renueva constantemente. Eliminamos decenas de miles de células cutáneas cada día, y muchas de nuestras células internas tienen una vida útil notablemente corta.

El ciclo constante de vida y muerte

Este ciclo constante de nacimiento y muerte celular es fundamental para nuestra salud. Los microbios que viven en nuestro interior también contribuyen significativamente a equilibrar este ciclo. Las células que recubren nuestro intestino pueden vivir solo unos días, mientras que los glóbulos rojos circulan durante unos cuatro meses. En cambio, algunas neuronas de nuestro cerebro pueden durar toda la vida. La mayoría de nuestras células tienen una vida útil preprogramada, un mecanismo vital codificado en nuestro ADN para garantizar la salud de todo el organismo.

El precio de la inmortalidad: La anarquía de una célula cancerosa

Sin embargo, este intrincado sistema puede fallar. Si una célula desafía su programación genética y elude su punto final designado, puede alcanzar una forma de inmortalidad. Al reactivar mecanismos como la producción de la enzima telomerasa, que protege los extremos de los cromosomas de la degradación con cada división, una célula puede comenzar a multiplicarse sin los controles y contrapesos normales. Esta proliferación descontrolada e implacable es el sello distintivo del cáncer. En este sentido, el intento de una sola célula de alcanzar la vida eterna puede representar una amenaza mortal para toda la comunidad celular que constituye al ser humano. Comprender cómo los microbios que viven en nuestro interior interactúan con las células puede orientar los tratamientos y la prevención.

Una sinfonía de billones: la maravilla de nuestro mundo interior

En definitiva, contemplar nuestra naturaleza celular es maravillarse. Somos universos vivos y palpitantes, sostenidos por los esfuerzos coordinados de billones de vidas microscópicas. Es una simbiosis profunda y hermosa que hace posible nuestra existencia.



microbios #organismo #unicelular